Energía limitada

Nuestra limitada energía permite que solo podamos comportarnos durante algunos ratos de un modo acorde a lo que pretendemos ser. Enseguida crece la maleza de nuestro pensamiento y se escapa en vehículos de palabras o actos, omisiones o silencios, pero sobre todo en emociones que avergüenzan nuestro raciocinio a diario. Lo peor de todo es que el eco de esa batalla infinita, que debería ser nuestro secreto inconfesable, define el efímero e inconsistente suspiro que somos al tiempo que imprime nuestra sombra duradera en la opinión de los demás.